miércoles, 1 de abril de 2009

Como a eso de las 8:30 am, María como todos los martes dejó a su hija en casa de su madre. De regreso en su casa, tomo las pastillas que correspondían a esa hora y se acostó. Eran cerca del medio día cuando Andrés la llamó, para saber cómo se encontraba, ella contesto un poco anestesiada por el efecto de los sedantes, a él le pareció que algo más había en el tono de sus palabras, pero ella logro tranquilizarlo.


13:30 Suena el teléfono de Andrés y se apresura para contestarlo, del otro lado la madre de María le pregunta preocupada si sabe algo de ella, él sorprendido responde que no, ella le comunica con palabras entrecortadas que recibió una llamada diciendo que María está en el hospital. Confundido, Andrés deja caer el teléfono sin siquiera terminar de escuchar la información, no le importa, sabe lo que ocurre, solo piensa en llegar pronto, donde sea que ella esté, deja sus asuntos y corre, corre, porque su cuerpo manda, su mente está confundida y no piensa.

Exhausto, confundido, pide información, pero lo ignoran. Pasan los minutos y se escabulle entre el personal y los pasillos blancos y la gente, escucha su nombre y se detiene. El rostro familiar lo calma, avanza hacia ellos uno de los médicos y pide hablar a solas con él.

Andrés se queda de pie, con el rostro empalidecido y con las lágrimas nublándole los pensamientos, el médico sin preámbulos lo pone al tanto de los hechos y se aleja diciendo que es todo lo que pudieron hacer. Andrés se acerca a la cama donde se encuentra María, ella apenas hablando, apenas viviendo le pide perdón, él llora y la besa y le dice que la ama, ella cierra los ojos y su corazón intenta seguir latiendo, su cuerpo se sigue esforzando por oxigenar la poca sangre que queda. Un grupo de gente entra y lo alejan de ella, no quiere soltar su mano, pero no le permiten estar ahí, abandona la habitación y sobre sus rodillas lloró.


Esa mañana María sabía que era la última, silenciosamente se despidió, ya lo había pensado desde hacía un tiempo, porque le dolía el alma y no encontraba otro modo de calmarla, tomó un cuchillo y cortó su brazo en 14 partes, desgarrando la piel y el musculo, la sangre corrió por su cuerpo y el piso y no conforme con eso tomó la jeringa que tenía preparada con acido muriático (clorhídrico) e intento inyectarla en sus venas, mas su cuerpo que ya comenzaba a sentirse afectado por el dolor, temblaba y el acido carcomía su hueso y el dolor se hacía insoportable y su mente se hacía conciente y su cuerpo no moría. Apenas con fuerzas, tomó el teléfono y pidió ayuda.


Andrés regreso a su casa y no pudo soportar el espectáculo que ahí vio, llevaba en su mano una bolsa plástica con las ropas de ella empapadas en sangre, igual que el piso, la alfombra, el teléfono, tras el cerró la puerta y se fue.


Emma abrió la puerta, hacía muchísimo tiempo que no lo veía, se sentaron y mientras ella le preparaba algo caliente para beber, él intentaba relatar la historia, lo abrazó y lo dejó llorar.

5 comentarios:

Princessa dijo...

Ufffff!!!
Me dio mucho nervio la historia, que parece que el real :(
Un abrazo

Emma dijo...

Lamentablemente es una historia real....

 kotto dijo...

¡TRE-MEN-DO!

Saruki dijo...

Qué heavy :s

markín dijo...

inexplicable, tonto... eliminarse... pero, hayq ue estar en esos cuerpos pensantes para entender las realidades que las de todo tipo, en diverso tiempo y lugar.

Chau.